martes, 27 de marzo de 2012

Que importe una mierda lo que me pase.

Hola, soy parte de este mundo. Existo, y quizá sea porque soy un poco importante. JA! importante... Paula, no desvaríes. ¿En serio has pensado alguna vez que le importo a alguien? ¿En que te basas para pensar eso?
¿Quién ha estado ahí cuando lo necesitabas? Porque pensándolo bien mamá es una diosa personal, pero cuando has estado mal lo que más te ha repetido es: "Es que eres tonta, cariño. Eso son gilipolleces."
Y así quince años de tu vida. Conociendo a alguien que desaparecía al poco tiempo, teniendo "amigas" que te han fallado una y otra vez, y tú siempre ahí, a pie de cañón, sin importante qué putada te hubieran hecho, tú siempre dispuesta a echar una mano o lo que hiciera falta. ¿Y de qué sirve? De nada. Siempre te quedas con cara de gilipollas, con lágrimas en los ojos. Y lloras demasiado. ¿Dónde has dejado tu sonrisa? No sabes, verdad. ¿ Quién la tiene? ¿Por qué no la luces?
Y estás sola. Y tienes a un amigo que te hace descojonar cuando te nota rara, que te desquicia cuando está triste él y que se llama Mario. Pero hay cosas que no se pueden decir.
Puedes hacerlo, pero sería tirar una bomba nuclear contra ti, y quedarte sola. Y tienes otro amigo, a kilómetros de distancia, él hace que te olvides de lo que te pasa, hace que te sientas bien. Y a él tampoco le puedes contar lo que te pasa.
Pero primero piensa tú: ¿Qué te pasa? Eso tampoco lo sabes. Lloras por todo. No te va bien. Se resume en que te sientes al borde del precipicio cuando estás a millas de él. Y sabes que alguien te sujeta. Te sujeta Mario, te sujeta Den, Sandra, tu familia, quizá Mónica, Xana y Laura. Quizá alguien de tu pasado. Sabes que no te dejarán caer, pero, te han dejado caer tantas veces, que vives con miedo, de que esta vez, lo hagan por el abismo, sabiendo que después de esto no volverás a levantar nunca más la cabeza.
Y callas, y finges que va bien, pero la gente que observa todo, te nota rara. Y hoy han sido unas cuantas personas de más. Y preguntan qué pasa y ocultas la verdad, quizá porque ni tú misma la sabes o no quieres ponerte a contar lo del precipicio para no escuchar cosas que muchas personas te las dijeron tiempo atrás y acabaron rompiendo sus promesas.
Y vives así, agotada, de mal humor, entre lágrimas en la soledad y sonrisas falsas en compañía, con momentos felices pero pocos, y engañando a la gente. No estás bien, admítelo. Busca ayuda. O no. Ten más orgullo, como siempre. Paula y su orgullo son inseparables, capaz de destruirse por no dejarlo atrás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario